Cuando Robert Baer dejó la CIA en 1997 llevaba veinte años en Oriente Próximo y hablaba árabe, francés y farsi (la lengua de los iraníes); pero vio que, con tanta correción política, carrierismo y tecnologías, la Agencia «se está jubilando» del espionaje.
Vino el 11-S y decidió contarlo en el desencantado libro «Soldado de la CIA». Ahora el actor George Clooney encarna su frustración en una dura película sobre petróleo e ineptitud.
La idea de que «la corrupción lo domina todo» en Occidente parece del presidente iraní. Y qué, si es en gran medida cierta. «Pero aquí hay libertad para decirlo, lo que digo en mi libro no se podría en Irán. Es toda una señal que EE.UU. y un gran estudio hagan esta historia. Supongo un gran interés en Europa, pero el mundo está corrompido en todas partes. Cuando hay recursos del Estado, tienden a ser malversados para alimentar el poder de algunos... en Francia, con Elf; British Petroleum en Arabia Saudí, que es un país corrompido en sí por príncipes que se endosan miles de millones cada día mientras su gente pasa hambre».
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